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Archive for febrero 2010

Rico, muy rico

Cada día, cuando abres los ojos al despertar, eres varios millones de euros más rico. Está bien. Sin duda, te lo mereces. Has trabajado muy duro para conseguirlo. Has creado un modelo de empresa original, casi fascinante. Siendo muy consciente de tus debilidades, que ya es mérito, te has rodeado de los mejores profesionales. Además, has sido capaz de crear una cultura que consigue que tus profesionales sean mucho mejores que cuando los contrataste. Por todo ello, más esa dosis de suerte que tienen (y merecen) los grandes empresarios, eres una de las personas mas ricas de tu país, quizás del mundo.

Pero… (siempre hay un pero, ¿verdad?) mi admiración por ti no sobrepasa un centímetro el terreno profesional. Quienes te conocen bien podrían opinar, de hecho, que como empresario eres un diez pero como persona eres…menos que diez. Quizás ser un genio empresarial haya extraído de tu personalidad todos los valores y principios positivos. Puede que los residuos de tu actuación empresarial se hayan ido depositando en tu esfera personal. Y que, por todo ello, no seas capaz de ver que tienes una responsabilidad.

Mira a tu alrededor, sólo por un segundo. Mas allá de las paredes imaginarias de tu empresa y tu patrimonio. Si fueras una gran persona, y no solo un excepcional empresario, verías que hay millones de personas que te necesitan: personas que pasan hambre, que sufren injusticias, que conviven con el dolor y la desgracia. Verías un planeta que esta en riesgo, atacado,.. Verías enfermedades que están por curar, tecnologías por desarrollar que podrían hacer que este mundo fuese mejor.

Puede ser que me contestaras, otra vez, diciendo que hay políticos, científicos que deberían hacerse cargo de ello. Que tu tienes bastante con gestionar tu empresa. Tendrías, sin duda, bastante razón. Pero olvidarías que tu fortuna no viene de la nada. Cada euro, cada céntimo de ese dinero (que no podrías gastar ni en un millón de vidas) proviene de la misma sociedad que podría beneficiarse de tu generosidad. De tu humanidad.

También podrías decir que cumples tu parte de bien social creando puestos de trabajo, creando riqueza. Pero también olvidarías que creas exactamente el número de puestos de trabajo que necesitas para ganar cada vez más dinero (lo cual es legítimo, por supuesto). Y también que por cada puesto que has creado has destruido, al menos, otro en la competencia. Es el mercado y este tiene leyes que no vamos a discutir. Pero ahora no estamos hablando de dinero, sino de algo muy diferente.

Ha habido magníficos empresarios que se dieron cuenta de ello. Que no solo han ocupado un lugar de relevancia en la vida empresarial. Ahora también ocupan un puesto en la historia al hacer que la Humanidad se beneficie de su generosidad: Carnegie (que donó más del 75% de su fortuna fundando librerías públicas), Buffet, Soros y hasta el mismo Bill Gates. (Ya se que ninguno de ellos es perfecto, pero prefiero medir las obras presentes que las pasadas).

A ti me dirijo. No sé quién eres o como te llamas (por ahora). Eres un empresario o un profesional de éxito. Has demostrado ser muy capaz en un ámbito de tu vida. Sería maravilloso que utilizaras tus capacidades y tus recursos para que este mundo sea mejor. Todos te lo agradeceríamos. Tus clientes, también.

Si lees esto ya se que probablemente no harás nada por conseguir nuestra admiración. Pero quizá lo hagas por esos millones de personas a las que podrías ayudar. Quizá cuando te vayas lo harás con la doble satisfacción de

ser un gran empresario y ser una gran persona. Quizás, en ese momento, no se oirá decir de ti: era tan rico que solo tenía dinero.

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El futuro fue ayer

Dejar de fumar. Hacer tal o cual curso. Volver a hacer deporte. Decirle a tus padres cuanto les quieres antes de que sea tarde. Atreverse a presentar tal o cual proyecto. Denunciar la situación que es injusta. Hacer ese viaje soñado. Montar ese negocio que es la solución de tantos sueños. Escribirle, aunque no seas poeta, esa poesía a tu mujer (o tu marido). Mirarle a los ojos a la vida, en definitiva.

Todos los días nos levantamos llenos de buenos propósitos. Casi todos los días nos acostamos frustrados por no haber llevado a cabo siquiera una pequeña parte de los mismos. Y al mismo tiempo admiramos aquellos que si han podido cumplir con una parte importante de sus expectativas. Pero si contemplamos a estas personas, sin prejuicios pero sin desorbitadas admiraciones, nos daremos cuenta de que en realidad no son tan diferentes a nosotros. Que su inteligencia, preparación o capacidad de trabajo no es muy superior a la nuestra. No obstante, ellos parecen estar como tocados por mágica varita mientras que nosotros tenemos la sensación de que si viene el hada madrina nos tocará más bien con un ladrillo.

¿Dónde esta la diferencia? Efectivamente, algunas personas confían sus deseos a sucesos vinculados al mañana. Sucesos que no manejamos y que muchas veces ni siquiera sabemos como se van a producir. Me va a tocar la lotería, se va a ir mi jefe y me van a promocionar, mis hijos se darán cuenta de mis esfuerzos y me volverán a hacer caso, me jubilaré y tendré el tiempo para aprender a jugar al golf. Mañana. Mañana…

Otras personas, no. Ellas deciden pasar a la acción. Para ellas, el futuro fue ayer, cuando dieron el primer paso. Y ello no significa que dar el primer paso sea garantía de llegar a la meta. No. Ni para ellos ni para nadie. Solo significa que ya estas mas cerca, que estás en acción, que te haces más fuerte porque lo estas intentando y nadie podrá acusarte de que no los has hecho. Sobre todo la persona a la que debes respetar más, tu mismo.

Se trata, pues, de invertir en la construcción de tu futuro. Pasando a la acción. Eliminando los impedimentos que nos impiden avanzar. Reconociendo que no lo hacemos por pereza sino por miedo al fracaso. Teniendo la sabiduría para convencernos de que perdemos mas cuando no lo intentamos que cuando no lo conseguimos. Con el único limite de la Prudencia y siempre que esta no estrangule a su prima lejana, la Iniciativa. Y dirigiendo la energía que antes dedicábamos a las excusas a aplicarla a la acción.

Me dijo una vez un amigo que no jugaba a la lotería ni a las quinielas ni a cualquier otro juego de azar porque no quiere delegar en la fortuna su éxito económico. Creo que se trata de una forma inteligente de promover que solo sean tu esfuerzo y dedicación

las únicas fuentes de prosperidad profesional. Aquí solo caben ejercicios de voluntad, entendiendo esta como un caudal infinito de energía que solo depende de nosotros. Y no como muchos otros condicionantes que si nos vienen dados: patrimonio familiar (que determina, en gran parte, nuestra educación y entorno cultural), cualidades físicas o intelectuales, …

La  voluntad se convierte así en el mayor factor igualador de la especie humana. Siempre se podrá decir que no todos nacemos con la misma capacidad de pasar a la acción, de ejercer la voluntad. Puede que sea cierto, pero aunque sea así yo creo que la capacidad de ponerla en marcha es siempre tuya. Solo tuya. Siempre. Sin excusas. ¿Cuándo quieres que empiece tu futuro?

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Despidos. Única receta que se nos ocurre cuando las cosas van mal. Empresas que piensan que el despido equivale a reducir grasa para tener un cuerpo más saludable. Cuando se despide gente, sin tener ahora en cuenta el drama personal y familiar que supone para cada una de las personas, estamos expulsando de nuestra empresa energía, ideas, ilusión, fuerza de trabajo… Despedir equivale a reducir músculo en un deportista de élite. Despedir equivale a que todas las empresas van a dañar su cuenta de resultados porque cada vez hay menos consumidores (hay menos personas con nómina) dispuestos a comprar sus productos o servicios.

Pero, a veces, es necesario. No lo dudo. Ahora bien, creo que el «dietista» que aconseja los despidos normalmente está equivocado. Creo que debería haber «dietistas de empresa» que realmente ayudaran a las instituciones a tener mejor salud sin tener que acudir de vez en cuando a dietas que atacan el músculo.
Estos dietistas aconsejarían lo siguiente:
1) Mantenga a su empresa siempre delgada.- ¿Qué funciones son innecesarias? ¿Qué tareas no tienen sentido? ¿Usted sabe que es lo que hace realmente su gente? ¿Todo lo que se hace está encaminado a tener un mejor producto y a tener más satisfecho a su cliente? Una empresa bien orientada tenderá a prescindir de forma natural, y no quirúrgica, de la grasa. Adelántese, y no adquiera nada que luego tenga que prescindir.
2) Mantenga a su empresa siempre activa.- Alimentada por la pasión de ganar, de ser mejor, de ser más. En tiempos de crisis, Apple está teniendo beneficios récord. Sus profesionales  no sienten la crisis porque sus dirigentes hicieron igualmente bien su trabajo cuando los tiempos eran boyantes. Recuerde, la actividad es siempre mejor que la dieta.
3) No se fíe de las dietas mágicas. Es mejor gestionar los buenos hábitos. Sus valores, sus creencias. Prescinda antes de los hábitos erróneos que de las personas que los padecen.
Los despidos suponen una peligrosa dieta para las empresas. Quizá no sea demasiado tarde para rectificar.

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